Las Puertas
Quisiera poder describir, cómo me siento, pero no sé por donde empezar.
Pudiera escribir… -una historia-…. –un relato de algo vivido en alguna época de mi vida-….. –una fabula- … pero no, que tal y… veamos.
Acabo de regresar a la oficina por el tiempo de la comida, he de decirte que la comida es con mis hijas todos los días y en casa, casualmente hoy, terminando de comer y mientras mi hija Fer se lavaba los dientes para ir a su trabajo, vi en la televisión un pedacito de una película que se llama “Legión de Ángeles”. Se trata de aquella escena en donde llega una viejecita al restaurante de paso en donde se desarrolla la historia, y de repente la viejecita se convierte en un demonio que comienza a blasfemar, a maldecir y que se arroja a la yugular de uno de los clientes que se encontraban en el restaurante.
Me senté un rato y Ximena, otra de mis hijas y quien estaba viendo la película, me dice “¿ya te vas?” y le respondí, “Si, una vez que salga Fer nos vamos”. Un par de minutos después, le comente a Xime, “Esa película esta chida, ¿no?... rara pero chida”.
Mientras Fer manejaba, yo venia pensando cosas que ni al caso, pero que finalmente me hacen escribirte. Pensaba “la viejecita de la película, ¿Qué hizo para ser poseída por un demonio?”, … Tal vez escriba algo que ni al caso porque la película la vi hace años y hoy sólo vi esa escena, en fin. Pienso y creo que todo lo que nos pasa, bueno o malo, es porque nosotros permitimos que pasara, ¿a que me refiero? Existen puertas, puertas espirituales, puertas virtuales, puertas que nosotros abrimos y que permitimos que el bien o el mal accedan a nuestra vida, puertas que.. definitivamente muchas veces deben de permanecer cerradas y jamás abrirse.
Nuestras creencias nos llevan a abrir esas puertas que consideramos buenas porque provienen de una religión, de una amistad, de un familiar, y créeme que no debemos abrir la puerta a todo. Equivocadamente a veces abrimos puertas que nos llevan a tener sentimientos que nos provocan malestar. Hum…
Un pensamiento, una idea, son los que te llevan a una acción concreta y esa acción generará un resultado. No sabemos si será un buen resultado o un mal resultado, pero de que es un resultado con el calificativo que sea, eso te lo prometo.
De aquellas puertas que no debemos abrir, ¿Hace mal el mal? ¿Hace mal el vicio? ¿Hace mal la infidelidad? ¿Hace mal el robo? Respuesta: ¡No! Ninguno de estos hace mal, todo esto, lo que hace es lo que simplemente su naturaleza le permite hacer, nada malo, nada bueno, pero obtendremos el resultado que por naturaleza ofrece. Ahora bien, ¿Te sientes mal por el resultado obtenido? ¡Ah! Eso puede ser que sí. Pero eso no dependió de lo que aquello hace, sino de que tú le abrieras la puerta de tu vida. ¿Viste la enorme diferencia y el poder que hay en ti para resolverlo de inmediato?
En la vida, en nuestra vida, tenemos dos posiciones o dos alternativas de posición en las que siempre estamos, en la posición de victima, que es aquella en la que crees que alguien o algo entra a tu vida solo para hacerte daño y estar en contra de ti, o bien, en la posición de dueño que es aquella en la que tu, de manera consiente, abres la puerta a aquello que es edificante para ti y que cierras, clausuras, sellas la puerta a alguien o a algo que sabes de antemano que te puede dañar o dar ese sentimiento de malestar por el resultado que por naturaleza te puede ofrecer.
Mi recomendación de hoy: no abras esa puerta… esa que permitirá entrar a tu vida lo que de antemano ya sabes o supones que podrá hacerte daño. Así de simple.
Gracias a ti, si a ti, porque no abres esa puerta que puede causar un malestar futuro, porque nos proteges y nos ahorras dolor futuro. ¿te fijas? Es como.. un ¿DejaVu? Y estas previniendo para un futuro. Y si claramente descubres que ese hecho, persona o circunstancia no está a la altura de tu evolución, yo te recomendaría que… no abras esa puerta.